Siento que los adultos de mi casa -mi esposa y los abuelos- son adictos a sus teléfonos y a las redes sociales. Las constantes comparaciones nos hacen sentir a todos que no somos suficientes, y eso nos desgasta. ¿Cómo manejas esta situación?
Dr. Kevin Skinner:
Es una preocupación que oigo mucho y que afecta a casi todas las familias hoy en día. En realidad, ninguno de nosotros es inmune a ella. Si quieres saber cuánto tiempo pasas con el teléfono, comprueba el tiempo que pasas frente a una pantalla: suelen ser horas al día. Los adolescentes pasan una media de 6 a 8 horas, pero ahora somos todos: padres, abuelos, todo el mundo. Los teléfonos se han convertido en nuestra principal fuente de información, entretenimiento y comunicación.
Volvamos al modelo que hemos discutido:
¿Cuál es el problema?
¿Por qué es un problema?
¿Cuál es la mejor manera de comunicarlo a mis seres queridos?
Empieza con algo sencillo:
"Oye, me he dado cuenta de que cuando estamos en la mesa, estamos comiendo, pero lo hacemos de forma independiente. En realidad no estamos pasando tiempo juntos. Me encantaría hablar y que me contaras cómo te ha ido el día. ¿Podríamos crear un momento -quizá durante la cena o antes de acostarnos- en el que realmente hablemos de nuestro día?".
Fíjate en la frase: "Me encantaría..." Es suave, cariñosa, acogedora. Contrasta con: "¿Pueden dejar sus teléfonos ya? Siempre estáis con vuestros dispositivos durante la cena". Ese tono no será tan efectivo y puede crear una actitud defensiva.
El objetivo es ser suave, cariñoso, tierno-emitir un invitación a conectar en lugar de criticar. Incluso podrías validar sus hábitos y decir: "Probablemente yo hago lo mismo".
Este asistente da en el clavo: se trata de un cuestión culturalDebemos ser conscientes de cómo consumimos los medios de comunicación. Un gran libro que recomiendo es Minimalismo digital de Cal Newport. Es un buen recordatorio de cómo influye la tecnología en nuestras vidas.
Dijo que los adultos cogen el teléfono entre 29 y 39 veces al día. Si cada vez dura 5 minutos, eso suma horas diarias. Así que reflexiona:
¿Cuándo fue la última vez que leyó un libro de principio a fin?
¿Has tenido una conversación profunda sobre una película?
¿Fuiste al parque o a dar un paseo en bici?
Son experiencias que nos ayudan a reconectar.
En mi familia hicimos hace poco un viaje que terminó con la visita a una heladería de las de antes. A los niños les encantó. Preguntaron: "¿Podemos volver aquí?". Fue un recuerdo muy significativo. Anhelamos ese tipo de conexión.
Así que invita a tu familia a este tipo de actividades. Si lo haces con suavidad y cariño, creo que querrán acompañarte.