¿Exponer a un niño tímido a sus miedos le perjudica o le ayuda?

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Nos han hecho esta pregunta antes de nuestra sesión de hoy: ¿Exponer a un niño tímido a sus miedos le perjudica o le ayuda? Esta persona se refiere concretamente a situaciones sociales ruidosas o con mucha gente. Si la situación es ruidosa o concurrida, puede suponer una sobrecarga sensorial para el niño. Cuando un niño experimenta una sobrecarga sensorial, normalmente quiere retroceder porque es demasiada información, demasiados datos. En situaciones como ésta, es importante ser prudente y no poner al niño en un entorno que sobrecargue sus sentidos. La sobrecarga puede bloquearlos y hacer que se retraigan, lo que puede provocar lo que algunos llaman ansiedad social. La ansiedad social se construye sobre sí misma: "No encajo", "No soy como los demás", etcétera. Esta narrativa puede hacer que el niño se retraiga más porque siente que no pertenece a su entorno. Cuando es demasiado ruidosa o sobreestimulante, se convierte en demasiado. Es conveniente comprender lo que nuestro hijo puede soportar y, en algunos casos, animarle a enfrentarse a molestias leves cuando sea posible. Pero, al mismo tiempo, reconocer cuándo es demasiado para ellos y respetarlo. El equilibrio es clave. Si un niño se siente constantemente abrumado, es importante aplicar estrategias tranquilizadoras. Un enfoque útil se basa en la teoría polivagal, que ayuda a activar el nervio vago, un nervio calmante que relaja el cuerpo. El nervio vago desempeña un papel clave en el sistema nervioso autónomo, que incluye la respuesta de lucha o huida. Si un niño sufre una sobrecarga sensorial, suele entrar en modo "huida" porque no se siente seguro. Este es un principio básico: La conexión humana se produce cuando nos sentimos seguros. Si un niño no se siente seguro, se retraerá de forma natural. Crear seguridad es crucial, especialmente en entornos abrumadores. Es entonces cuando se obtienen mejores resultados. Para ayudar a un niño a calmarse, puedes utilizar estrategias que activen el nervio vago. Un método muy utilizado se llama "El Ejercicio Básico". Si buscas "El Ejercicio Básico" en Internet, verás que es una práctica sencilla, de 2 a 3 minutos, que puede ayudar a acceder al nervio vago y calmar la mente. Esta estrategia puede ser muy eficaz para los niños que sufren una sobrecarga sensorial.

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Dr. Kevin Skinner