¿Sigo rescatando a mi hija del colegio cuando me llama derretida, o le digo que se las apañe?

Esto tiene dos o tres partes. Aunque no sé de qué se trata la crisis, sí sé que si puede afrontarla, ganará fuerza y resiliencia para seguir adelante. Queremos enseñarle resiliencia, pero tampoco queremos ignorar algo que realmente no puede afrontar, lo que puede provocar resentimiento hacia usted como padre.

Un instinto natural es rescatar, pero también queremos ayudar a nuestros hijos a desarrollar resiliencia. Así que, en lugar de llevársela a casa, podrías hablar con un orientador escolar o con alguien de la administración sobre estrategias para apoyarla en esos momentos. Puede ser un enfoque híbrido: buscar apoyo en la escuela y, al mismo tiempo, reconocer qué es lo que desencadena esas crisis y sentimientos de agobio.

La tercera pieza es la enseñanza de la regulación emocional: cómo afrontar las emociones difíciles. El sistema nervioso autónomo de nuestra sociedad, nuestra respuesta de lucha o huida, se activa más hoy que en generaciones anteriores. No dormimos lo suficiente, nos forzamos constantemente y nuestros cuerpos están en un estado de estrés exacerbado.

Ayudar a los niños a encontrar un lugar seguro, tranquilo y relajante puede marcar la diferencia. Algunos distritos escolares disponen de salas de calma donde los niños pueden alejarse del ruido y el caos. Todos necesitamos un espacio seguro donde nuestras mentes y cuerpos puedan respirar.

También es útil enseñar a los niños técnicas que activen el nervio vago, que actúa como un freno para contrarrestar la respuesta del organismo al estrés. Relajarse ayuda al cuerpo a descansar, digerir y dormir mejor. Es importante que los niños entiendan que está bien calmar la mente y que en realidad no se enfrentan a una amenaza.

Debemos aprender la regulación emocional nosotros mismos y luego enseñársela a nuestros hijos. Cuando estén en la escuela o en situaciones sociales, estas herramientas les ayudarán a regular sus emociones con eficacia.