Nuestra primera pregunta: ¿Cómo podemos animar a los jóvenes a dar prioridad a las relaciones personales sobre la tecnología?
Creo que depende del entorno, pero la interacción entre iguales es clave. Podemos retar a nuestros hijos diciéndoles: “Eh, vamos a dejar los teléfonos y a jugar o a conversar”. Cuando los niños se quedan solos, los dispositivos consumen su tiempo y su atención. Pero cuando intervenimos intencionadamente, podemos enseñar y modelar una conexión significativa.
Podemos decirles: “Cuando estés aquí, vamos a probar esto”, y enseñarles a mantener conversaciones de verdad. Estos momentos pueden empezar en situaciones cotidianas, como el camino a la escuela, haciendo preguntas interesantes, compartiendo cosas de tu vida y preguntando lo que piensan.
Modelamos el comportamiento que queremos ver, incluyendo conversaciones más profundas. En nuestra casa, utilizamos tarjetas del tipo “¿Preferirías hacer esto o aquello, y por qué?”. Esto ayuda a los niños a pensar, a comprometerse y a abrirse. Cuando hacemos esto, estimulamos mejores conversaciones, disfrutamos más del tiempo juntos y creamos resultados más positivos.