¿Cómo establezco límites con un niño de 13 años cuyo comportamiento se ha descontrolado?
Hay algunas cosas en las que pienso. Cuando vemos rebeldía, estamos viendo a alguien que está experimentando internamente algo con lo que no se siente cómodo. La rebeldía suele ser una forma de decir: “Quiero hacer esto a mi manera”. A veces es para llamar la atención, pero a menudo es porque sienten la necesidad de poder o control: quieren influir en el resultado.
Lo ideal es que intentemos comprender por qué Sienten la necesidad de hacer las cosas a su manera. La rebeldía no siempre es algo malo; es una señal de que el niño quiere sentir que tiene el control. Aunque no pueden controlarlo todo, necesitan sentir que tienen opciones y posibilidades de elección.
La rebeldía suele significar que se sienten fuera de control o inseguros en su entorno. Cuando nos sentimos seguros, estamos más dispuestos a hablar, escuchar y confiar. La rebeldía excesiva puede deberse a acontecimientos de la vida en los que se les privó de la posibilidad de elegir, no se les permitió hacer las cosas a su manera o alguien les hizo daño o les perjudicó. Un niño que ha sido herido puede decidir que “nadie volverá a hacerme daño” y volverse desafiante como forma de protección.
Así que, aunque podemos calificar la rebeldía como mal comportamiento, eso no responde a la verdadera pregunta: ¿qué es lo que provoca la rebeldía? ¿Qué la impulsa? Puede ser la atención, el control, el miedo, la desconfianza o un daño pasado. Siempre hay una razón, aunque el niño no pueda expresarla.
Queremos entender esa razón y ofrecerle al niño opciones y alternativas. Si no quiere hacer una cosa, ofrézcale otra opción. Esto le ayuda a sentirse empoderado. Establecer límites con un adolescente rebelde comienza por comprender su historia, sus necesidades y las experiencias que han moldeado su comportamiento.