La siguiente pregunta procede de una familia que realmente quiere mejorar sus habilidades comunicativas. Tienen hijas e hijos adolescentes, y la pregunta es: ¿cómo puedo mejorar mis habilidades de comunicación? ¿Qué pueden hacer las familias?
Oh, vaya. Pregunta divertida. Hablemos de esto un momento. Si quiero mejorar la comunicación, tengo que mirarme en el espejo y preguntarme: ¿cómo me estoy comunicando? ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Nos estamos comunicando bien?
Tengo un modelo muy sencillo: el quéEl por quéy el cómo. Es una forma de comunicarse cuando no se sabe qué decir. Si algo es importante para nosotros, tenemos que averiguar qué es importante, por qué es importante y cuál es la mejor manera de comunicarlo.
Por ejemplo, si algo te molesta o estás intentando enseñar a tus hijos, puedes jugar a algo. Coge lápices y papel y hablad de la comunicación, tanto de los aspectos positivos como de los frustrantes. Pregunta: "¿Qué ha sido lo mejor de tu día?".
Si quiero crear una comunicación eficaz, puedo empezar con preguntas sencillas, pero estas preguntas deben invitar a la reflexión. En lugar de limitarse a decir: "¿Qué tal el día?", pregunte: "¿Qué fue lo mejor de tu día?" o "¿Qué destacó en tu día que te hizo feliz o te frustró?". Este tipo de preguntas fomentan la reflexión y la interacción significativa.
Con mi propio hijo, suelo preguntarle: "¿Cuál ha sido tu clase favorita hoy?". Si no tiene ninguna, le pregunto: "¿Cuál ha sido la más difícil?". Este ir y venir crea un flujo de comunicación. No tienes que hablar siempre de lo mismo, puedes cambiar las preguntas.
Por ejemplo, puedes preguntar: "¿Cómo han ido tus conversaciones con los amigos en el colegio? ¿Qué es lo que más te ha gustado hoy? ¿Qué ha sido lo más difícil? ¿Has tenido alguna interacción significativa con tus amigos?". Incluso si tu hijo dice: "No quiero hablar de eso", puedes responderle: "Bueno, me gusta hablar contigo". ¿Quieres saber qué es lo mejor de mi día?".
Si compartimos nuestras propias experiencias y vulnerabilidades, ayudamos a nuestros hijos a conocernos mejor. En mi familia, a menudo jugamos a un juego llamado "la hora del cuento". Cuando mi hija y yo fregábamos los platos juntas, creábamos historias. Una de nosotras empezaba con "Érase una vez..." y la otra continuaba.
La cuestión es que la comunicación se produce cuando somos creativos, hacemos preguntas, mostramos interés, compartimos nuestras experiencias y formulamos preguntas abiertas que animen a nuestros hijos a pensar. Estas interacciones deben ser naturales y no forzadas.
Cuanto más tengamos estas conversaciones, mejor será para la salud mental de nuestros hijos, para nuestras relaciones y para nuestra conexión. Cuando surgen temas difíciles -como abordar errores o dar noticias duras- ya tenemos una base sólida porque hemos ido "depositando" en el banco de la relación a lo largo del tiempo.
Si no se ha construido esa relación, mantener conversaciones difíciles es como intentar sacar dinero de una cuenta bancaria vacía. Así que tenemos que construir continuamente esa relación.
Los adolescentes, por supuesto, suelen dar respuestas de una sola palabra. Si les preguntas: "¿Qué tal el día?", es posible que respondan: "Bien". Pero si preguntas: "¿Qué ha sido lo mejor de tu día?" o "¿Qué ha sido lo más difícil?", es más difícil que respondan simplemente "Bien".
El objetivo es desarrollar este tipo de interacciones con la mayor frecuencia posible para fortalecer las relaciones y crear un canal abierto de comunicación.
